Por el 23 de abril, Rafael tiene la feliz costumbre de regalarme un libro que suele ser, por regla general, pequeño, excelente y caro: del tipo que uno desea con avidez pero no se atreve a comprar; lo que se dice un regalo de verdad. Este año ha sido el relato de Pérez-Reverte editado por Seix Barral en su colección (titulada significativamente) "únicos": Ojos azules. Es un cuento de apenas treinta páginas, engordado por un prólogo de Pere Gimferrer, bellamente editado e ilustrado. Por lo que se ve, relata los acontecimientos de La noche triste desde el punto de vista de uno de los soldados españoles. Es el Pérez-Reverte que me gusta: el que novela acontecimientos históricos, a lo que quizá se sume en este caso la circunstancia de que el último Reverte, en general, empieza adquirir ciertas hechuras de clásico, no necesariamente genial ni imprescindible, pero clásico.
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