sábado, 31 de diciembre de 2011

We wish list a Merry Christmas

Como el año pasado, y como buen procrastinador, vuelvo a elaborar una lista de deseos en el último momento que me sirve para contar aquí algunas cosas de las que me gustan (y me gustaría tener), y participar de paso en el concurso de listas de deseos que promueve la FNAC, titulado Acción Wishlist 2012 y cuyo premio es el importe total de lo indicado, que no puede superar los 2012 € (cantidad que no es azarosa, como cualquier lector sutil puede apreciar). En fin, ahí va.

Importe total de la lista: 2011,78 €

¡Feliz año nuevo!

domingo, 16 de octubre de 2011

El árbol de la vida: un acto de fe

Para Calix, sin cuya insistencia no hubiera escrito esto

Tras haber estado pensando en El árbol de la vida (Terrence Malick, 2011), creo que, como película sobre el Misterio, para apreciarla pide literalmente de un acto de fe: como en la experiencia religiosa, requiere de una creencia en ella a priori para disfrutarla. Uno tiene que decidir que le va a gustar para que le guste, como los discípulos de Jesús debían subir a su barca y creer para comenzar a entender y apreciar lo que les decía el Maestro. Imagino que esto es un defecto, porque una obra de arte debería tener suficientes elementos per se para poder apreciarla sin condiciones previas; por otra parte, creo que, al mismo tiempo, toda obra de arte que no sea abiertamente irónica, paródica, sobre todo si es ambiciosa, seria, y busca emocionar, requiere de un pequeño acto inicial de fe por parte del receptor. Si uno se acerca con cinismo —justamente, con mala fe—, resulta muy sencillo que hasta la más sublime creación seria sea susceptible de la parodia. Lo explica muy bien el agrio narrador de Maestros antiguos, de Thomas Bernard: “Lea a Kant con insistencia y con más insistencia aún y de pronto le dará un ataque de risa […] En el arte se puede ridiculizar todo” (las cursivas son del autor).

El problema de El árbol de la vida es que está al límite (si no lo sobrepasa) de la delgada línea roja que separa lo lírico y lo grandioso serio de lo kitsch. Uno puede sobrecogerse con su espectacular remontada al origen del mundo, que implica por parte del autor aceptar a portagayola el reto de la cita de Job con que comienza la película, respuesta del mismo Dios a Job al porqué del mal: “¿Dónde estabas al fundar yo la tierra, / Dímelo si tanto sabes, // entre la aclamación de los astros matutinos y los aplausos de todos los hijos de Dios?” (Job, 38, 4-7); porque solo desde esa perspectiva puede uno asumir el absurdo y aceptar los designios de un Dios que lo abarca todo, como ocurre en la película… O puede decidir que se trata de un conjunto de imágenes de archivo de National Geographic, o un power point de los que circulan por Internet. Por no hablar del desierto —la experiencia del desierto, tan religiosa— y posterior ¿paraíso?, que (con más dificultad) puede comprenderse, mientras suena el Lacrimosa de Zbigniew Preisner, como una epifanía del hijo mayor tras de su crisis; o bien como una ilustración en movimiento de los Testigos de Jehová si no, como dicen algunos maliciosos, como un anuncio de seguros…

Cartel tomado de VesCine
El árbol de la vida es una película moderna en el sentido de anterior a la posmodernidad: no solo no renuncia a la posibilidad de una obra de arte que pueda aprehenderlo, comprenderlo todo, sino que convierte esto en el asunto mismo de la obra, a la manera de Virginia Woolf o Walt Whitman (“creo que una brizna de hierba no es inferior a la jornada de los astros”). Malick intenta una narración total, con un narrador que se sitúa más allá de la omnisciencia, que trata de abarcar desde el big-bang al zigoto pasando por la intimidad de los personajes mediante la voz en off. Pero, paradójicamente, dicha totalidad se resuelve mediante el fragmento inconexo, lo discontinuo (otra característica moderna): no como un todo coherente y ligado, sino como reunión de fragmentos. El cartel de la película es una magnífica expresión gráfica de lo que pretende ésta: una yuxtaposición que quiere ser exhaustiva, que apunta a un sentido pero donde no se nos ofrece la ilación de la trama: como la vida misma. Una narración que, por tanto, funciona más como un poema o una partitura y, donde más que un hilo narrativo, hay que buscar la lógica discursiva (redundante, rítmica, simbólica), de un poema. El problema es que nuestra sensibilidad estética es posmoderna: se ha acostumbrado al fragmento que no busca el todo, al microrrelato, al videoclip; a la parodia, a la broma, a la ironía; al sinsentido sin mayores preocupaciones. Y a veces es casi inevitable no ver momentos de El árbol de la vida como una parodia de sí mismo: directamente como una parodia que hicieran los Simpson sobre El árbol de la vida. No sé si ésta a veces bordea efectivamente el ridículo, o si es que tenemos el gusto estragado de cinismo.

Si de la fe se dice que no se sabe si uno cree o si uno quisiera creer, yo no sé si El árbol de la vida me gusta, o si tan solo me gustaría que me gustara.

domingo, 2 de octubre de 2011

Amor al arte

Aun a riesgo de parecer que estoy haciendo la homilía del domingo, quiero decir que lo que más me impresionó de la representación de anoche de La voz humana en el Teatro Tamayo, con Verónica Plata en el papel protagonista, Héctor Eliel Márquez al piano, con dirección de Rafa Simón, es la realización misma del proyecto. En un mundo donde, ya casi de forma automática, lo primero que uno se pregunta es qué puede sacar de algo, qué va a reportar, quién nos lo paga, resulta instructivo y emocionante saber que todavía puede juntarse un puñado de personas para hacer algo por el gusto de hacerlo, porque es divertido, porque merece la pena: literalmente, por amor al arte. Por amor al arte ha habido incontables horas de ensayos, preparación, conversaciones; por amor al arte un puñado de personas han trabajado de asistente de sala, de responsable de los subtítulos, de iluminador, regidor... Sin cobrar nada, sin esperar por ello una promoción personal; tan sólo, repito, porque merecía la pena hacerlo, y que un público lo viera. Y con unos resultados a la altura de la dedicación, el entusiasmo y la profesionalidad de los participantes.

Esto no puede hacerse siempre, claro: de algo hay que vivir. Pero puede hacerse: alguna vez, en el tiempo libre, que es más del que solemos creer. Para mí ha sido una lección y me ha dado que pensar. Sobre la cultura en tiempos de crisis; sobre nuestro papel como espectadores y personas intersadas en el arte que siempre esperan que sea otro, por lo general una institución pública, quien haga el trabajo o ponga el dinero -ay, las célebres subvenciones a la cultura- para el espectáculo que queremos ver.

jueves, 8 de septiembre de 2011

La piel que habito

Nota: en esta crítica no hay spoilers.

En La piel que habito se produce algo sorprendente: se trata de uno de los pocos casos en los que una película le falta metraje, cuando lo normal suele ser lo contrario. En ella se producen una serie de procesos, de transformaciones, una evolución en la psicología de los personajes, que requerirían de un mayor detenimiento, no tanto para que el espectador los comprenda, sino para que los sienta y se vuelvan, por tanto, verosímiles e interesantes. Por ejemplo, la película debería haber tenido un tramo voyeurista importante y, sin embargo, sólo se nos ofrece una breve escena incapaz de rendir cuentas de la obsesión del protagonista. Este desarrollo también habría hecho más creíble —o menos relevante el hecho de su posibilidad, más una licencia artística— el hecho central de la película que, salvo por una capacidad notable de suspender la incredulidad (probablemente vinculada con una simpatía a priori por la obra de Almodóvar), bordea lo ridículo: basta con atender a su relato por parte de la protagonista al final de la película a otro personaje: no se sostiene y suena a chiste, cuando el momento debería ser de patetismo y anagnórisis.

La puesta en escena es buena: Almodóvar sabe hacer cine. La historia presenta, como no, ideas notables. Pero cuando una obra de arte queda mejor explicada en sus intenciones que exhibida ella misma, malo, y eso es lo que ocurre con La piel que habito (como ya ocurría, por ejemplo, con La mala educación): que aparecen ideas, relaciones interesantes cuando uno se para a pensar sobre ella después, pero no mientras se está viendo: los elementos están ahí pero apresurados (y no se trata de que estén tan sólo sugeridos, según exigencias de la modernidad, para que el espectador haga el trabajo). O sea, que, aun siendo mejor película que la farragosa Los abrazos rotos, también es un trabajo fallido de Almodóvar.

domingo, 7 de agosto de 2011

Sobre la lista de películas

Mi amigo Calixto me pide razón de las películas de la lista del post anterior. Tiene lógica. Dejo aquí, algunos apuntes sueltos, hechos sobre la marcha, vacacionales.

Lo primero: en general, la lista de películas es buena por la sencilla razón de que están seleccionadas. Entre la consabida falta de tiempo y la edad, uno ya no ve cualquier cosa sino que se pone a ello con cierta deliberación. Incluso lo malo o lo que es sólo para divertirse un rato.

De las películas vistas en el cine, de estreno, la mejor ha sido Two Lovers. El retrato que hace de las relaciones amorosas en toda su complejidad -a partir de un motivo tan manido como el de un hombre que no se decide entre dos mujeres a las que ama- es melancólico, poético, sutil, con moral pero sin moralismos; es una película excelentemente rodada, sin pretensiones, con intimismo y eficacia. Fue un descubrimiento. También me gustó mucho La red social, esa típica película que algunos menosprecian tan sólo porque no parece tener un tono elevado o superficialmente retórico en el guión. Recuerdo que me sorprendió el ritmo, que remedaba al de las propias relaciones en Internet. Origen me gustó mucho, como todo lo de Nolan: creo que ha conseguido aunar profundidad, espectáculo e imaginación, aparte de reflexionar sobre la propia tarea de hacer cine, que consiste en urdir sueños y montarlos después; me gustaría volver a verla porque no se deja a trapar a la primera. Valor de ley también me pareció excelente, clásica, rotunda. El cisne negro también me gustó, a pesar de algunas irregularidades; pero se arriesga a emocionar y a cierta profundidad cuando lo normal viene siendo ser irónico y quitar hierro, y eso me ganó; aparte de que el principio es precioso. El discurso del Rey me resultó entretenida, pero algo convencional. De Medianoche en París admito que no es una gran película, pero yo quise ver un guiño irónico y sentimental a las aspiraciones culturales, ni siquiera secretas,de tantos gafapasas como somos de medio pelo, quizá las del propio Allen, y me resultó emotiva y enternecedora por eso. Cuando estuve en la Shakespeare and Co. había gente en los divanes escribiendo en Moleskines; jóvenes y no tanto. Daba algo de vergüenza ajena, sí, pero al mismo tiempo resultaba enternecedor.

La mayoría de los otros títulos son muy conocidos y habría poco que decir. Soy fan de Píxar, y creo que Los increíbles es la mejor película de superhérores que se ha hecho (con permiso de El caballero oscuro). No había visto antes Bambi y fue una sorpresa: me pareció una película poética, profunda y terrible, casi nietzscheana, con ese subrayado del retorno cíclico de las cosas en el que se diluye la muerte (tremenda la elipsis entre la lágrima furtiva de Bambi, el fundido a negro y los pájaros cantando después en plena primavera); y esa presencia dañina del ser humano a quien nunca se le ve, sino tan sólo su rastro de destrucción.

Me sorprendió mucho también Metrópolis. La gente se asombra de ciertas tonterías actuales en 3D tan sólo porque no han visto lo que se hacía en los años 20, y con menos recursos. Me reí con ganas con Los caballeros las prefieren rubias. Creo, sin asomo de nostalgia, que ya no se hacen películas tan graciosas. Y, con nostalgia, que ya no existe ni esa elegancia ni ese glamour.

De las películas más gafapastosas, me gustó mucho Blow-up (creí que iba a ser más aburrida y pretenciosa), su reflexión sobre la mirada y la realidad, tan de la época -pleno estructuralismo francés-, y ese mostrarte las cosas casi en tiempo real, como si estuvieras allí. Teorema sin embargo, me pareció que había envejecido mucho, las angustias existenciales de los protagonistas, tan enternecedoras hoy (¡un empresario que cede la fábrica sus obreros porque está hastiado de vivir en la mentira burguesa!); me pareció interesante, pero ya como historia del cine. Café y cigarrillos era simpática, con alguna historia interesante (la de las hermanas, en el hotel), pero no termino de entender el revuelo. Creo que es porque no sé de música popular, y no pillaba las referencias.

sábado, 6 de agosto de 2011

Películas vistas desde julio de 2010

Admito con vergüenza que veo menos cine del que me gustaría (sobre todo en comparación con amigos que ven una o dos películas por día). Hace un tiempo, me dio por anotar las películas que iba viendo, para acordarme y porque idolatro las listas. Ahora me doy cuenta de que es una forma como otra cualquiera de rememorar el pasado. Estas son las películas que he visto desde julio de 2010 a julio de 2011 incluido. A quien lea esto, puede servirle para cotejar si conoce los títulos, cuáles ha visto...; como muchas las vi por televisión, puede constatar que las vio el mismo día -o que coincidió conmigo en el Cine-club universitario. Los títulos que aparecen en el idioma original fue porque las vi en dicho idioma, subtituladas (o porque las conocemos por el título original, como es el caso de Toy Story). Las que tienen un R significa que ya las había visto antes. Así, a bote pronto, y sin haberlo premeditado, hay muchas películas de Disney, y de Disney-Pixar; de Woody Allen y de John Frankenheimer (porque hubo sendos ciclos en el citado Cine-club); de Christopher Nolan; y, como género, de terror.

Two Lovers (James Gray, 2008)
Secretos y mentiras (Mike Leigh, 1996) (R)
El tercer hombre (Carol Reed, 1949)
Toy Story 3 (Lee Unkrich, 2010)
Pink Narcissus (James Bidgood, 1971)
La jaula de las locas (Edouard Molinaro, 1978)
Origen (Christopher Nolan, 2010)
Teorema (Pier Paolo Pasolini, 1968)
Blade Runner (Ridley Scott, 1982) (R)
La leyenda de la ciudad sin nombre (Joshua Logan, 1969)
Repulsión (Roman Polanski, 1965)
La jungla de asfalto (John Huston, 1950)
El juego de la sospecha - Cluedo (Jonathan Lynn, 1985)
Los increíbles (Brad Bird, 2004) (R)
E.T. (Steven Spielberg, 1982) (R)
The Producers (Susan Stroman, 2005)
Take the Money and Run (Woody Allen, 1969)
La red social (David Fincher, 2010)
Broadway Danny Rose (Woody Allen, 1984)
La Pantera Rosa (Blake Edwards, 1963)
The Purple Rose of Cairo (Woody Allen, 1985) (R)
Hannah and Her Sisters (Woody Allen, 1986) (R)
El espinazo del diablo (Guillermo del Toro, 2001) (R)
El laberinto del Fauno (Guillermo del Toro, 2006) (R)
Anything Else (Woody Allen, 2003) (R)
Un profeta (Jacques Audiard, 2009)
El albergue rojo (Gérard Krawczyk, 2007)
The Ring - La señal (Gore Verbinski, 2002)
Monstruos S. A. (Peter Docter, 2001)
M (Fritz Lang, 1931)
Miracolo a Milano (Vittorio de Sica, 1951)
El truco final - El prestigio (Christopher Nolan, 2006) (R)
Birdman of Alcatraz (John Frankenheimer, 1962)
The Manchurian Candidate (John Frankenheimer, 1962)
The Train (John Frankenheimer, 1964)
Valor de ley (Joel & Ethan Coen, 2010)
El cisne negro (Darren Aronofsky, 2010)
Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb (Stanley Kubrick, 1964) (R)
X (Roger Corman, 1963) (R)
Blow-up (Michellangelo Antonioni, 1966)
The Band Wagon (Vicente Minnelli, 1953)
Gentelmen Prefer Blondes (Howard Hawks, 1953)
Misery (Rob Reiner, 1990)
Insomnio (Christopher Nolan, 2002)
La ola (Dennis Gansel, 2008)
El discurso del Rey (Tom Hooper, 2010)
Metrópolis (Fritz Lang, 1927)
La sirenita (Ron Clements, John Musker, 1989)
Café y cigarrillos (Jim Jarmush, 2003)
Carrie (Brian de Palma, 1976)
Fuego en el cuerpo (Lawrence Kasdan, 1981)
Descalzos en el parque (Gene Saks, 1967) (R)
King Kong (Peter Jackson, 2005)
Gomorra (Matteo Garrone, 2008)
El caballero oscuro (Christopher Nolan, 2008) (R)
El talento de Mr. Ripley (Anthony Minghella, 1999) (R)
Cowboy de medianoche (John Schlesinger, 1969) (R)
Poltergeist (Tobe Hooper, 1982)
Bambi (James Algar et alii, 1942)
Futurama: El gran golpe de Bender (Dwayne Carey-Hill, 2007)
L'amore (Roberto Rossellini, 1948)
Medianoche en París (Woody Allen, 2011)
Sola en la oscuridad (Terence Young, 1967)
De repente, un extraño (John Schlesinger, 1990)

domingo, 8 de mayo de 2011

El bluff ninja

La crisis ninja y otros misterios de la economía actual es un claro ejemplo de libro-pelotazo: su origen es un breve texto del autor, Leopoldo Abadía, explicando el origen de la crisis financiera que circuló con gran éxito en internet -efectivamente muy interesante y clarificador- y que ocupa desde la página 20 a la 34 del libro. ¡14 páginas! El resto, 204 páginas, es un puro relleno para componer un volumen  que vender a un precio razonable. Con todo, eso no es lo peor: lo peor es el tono increíblemente simplón y simplista del discurso general (a excepción del citado texto sobre la crisis): trata a los lectores de imbéciles explicandoles, como a niños con un severo retraso cognitivo, obviedades; y finge hacerlo con el recurso de fingirse el propio autor, en una descarada captatio benevolentiae, como alguien que tampoco sabe mucho y que tiene que ir preguntándolo todo por ahí. Si del hecho de que este libro haya sido uno de los más vendidos de los últimos tiempos pudiera deducirse el nivel intelectual del lector español sería para preocuparse. El tono es tan empalagosamente optimista y humilde que al final crea una especie de chantaje moral: parece que si criticas este libro, como yo lo estoy haciendo, eres una especie de cínico sin corazón. Puedo imaginar al autor, un simpático anciano con cara de monja, leyendo esta crítica y asintiendo de modo complacido y paternalista, y luego replicar a ello con algún tipo de elogio indulgente, perdonándome, comprendiéndome, como el remedo de un personaje salido de una película de Marisol. He conocido gente así. Dan grima y, al mismo tiempo, uno, chantajeado, quiere que lo quieran. Terrible.

Por si fuera poco, Abadía, usando como camuflaje el citado optimismo humilde, deja ahí, como quien no quiere la cosa (pero queriéndola), un discurso moralmente reaccionario (sobre el que se previene incluso con ironía: "¡Qué horror! Una norma moral objetiva", titula un apartado, p. 135); discurso tramposo que mezcla conceptos válidos (pero obvios), como la necesidad del esfuerzo, la responsabilidad y los valores éticos compartidos, con colar de rondón la idea de que dichos valores provienen de una suerte de moral natural objetiva que, casualidad, viene a coincididr con la propugnada por el catolicismo; el libro incluye incluso una parte final de consejos tan obvios como ñoños para las parejas, donde el transfondo oscuro consiste en dejar bien claro que éstas están naturalmente compuestas por un hombre y una mujer. En este sentido, lo único divertido es cómo, en idéntico tono buenista, le arrea unas críticas tremendas desde el sentido común a los años de gobierno de Zapatero, sin nombrarlo y sin acritud, pero entendiéndosele todo. Oye, a lo mejor así, sin dar nombres, es capaz de convertir a algún hooligan de esos que están contra el gobierno sin saberlo, y que dicen las cosas que dice Rajoy mientras no se lo nombres...

Un libro para usar y tirar. Casi mejor para tirar sin usar. En realidad, lo mejor es hacerse con el informe inicial y tirar el resto.

Entretanto, el autor ha escrito otros dos tres libros más, me parece que sin tanto éxito.

domingo, 1 de mayo de 2011

Las cosas de Ravel

Cualquier aficionado a la música sabe que Ravel posiblemente sea el mejor orquestador de la historia de la música. Su capacidad para generar colorido y timbres insólitos y crear atmósferas musicales es asombrosa. Ahí queda, por ejemplo, esa combinación sorprendente de trompeta, piccolo y celesta en una de las repeticiones de la melodía principal del Bolero...

Ayer, la OCG interpretó magníficamente, dirigida por Salvador Mas, una de sus obras más bonitas: Le tombeau de Couperin. Con la excusa de un homenaje a la música francesa del XVIII -por la brevedad, el encanto y el equilibrio-, Ravel consigue una música evocadora, de una naturaleza trascendida con toques de paganismo (uno quiere ver a las criaturas mágicas pululando por un bosque ideal). Asistir a la interpretación una obra de Ravel es toda una experiencia porque puedes apreciar la sutileza de las combinaciones de instrumentos, y ver de forma literal los efectos sonoros que se van produciendo y que, en una grabación, se perciben más o menos pero que no siempre se sabe de dónde provienen.

Por ejemplo ayer, en el Minueto, durante el trío -que podría evocar una suerte de rara marcha o procesión pagana, tan al gusto de los impresionistas-, había de fondo un sonido inquietante que contribuía a la atmósfera enrarecida. Al principio no identificaba de dónde provenía, hasta que me di cuenta, para mi asombro: eran los contrabajos realizando, pianissimo y en notas agudas, armónicos -presionando apenas la cuerda con el dedo, en lugar de apretar. Maravilloso. Qué ocurrencia. Nunca lo había apreciado al oírlo en disco.

El concierto, por cierto, se completó con el Requiem de Fauré. Mas lo llevó con un tempo muy lento, que contribuía a  reforzar la trascendencia, en este caso plenamente cristiana, de la obra. Había tensión y cierto sobrecogimiento en los intérpretes, sin renunciar a la dulzura; a la soprano solista se le escapó una lágrima tras el Agnus Dei... Fue uno de esos conciertos que emocionan al escucharse y que quedan para el recuerdo.

sábado, 23 de abril de 2011

Sábado de Gloria

Esta mañana, Rafael y yo hemos aprovechado la rara combinación de Sábado Santo y Día del libro para dar un paseo por el centro -acuoso y limpio- y dar una vuelta por algunas librerías. Como si hubiera algo distinto en ellas hoy; pero el placer de algunas fiestas consiste en santificarlas.
 
Rafael me ha reglado El exilio interior de Inmaculada de la Fuente (Madrid: Turner, 2011), una biografía de María Moliner. ¿Quién es esa mujer casi secreta que, sin ayuda, en soledad, elabora todo un diccionario? Yo le he regaldo a el las Aventuras subterráneas de Alicia, de Lewis Carroll (Palma: J. Juan de Olañeta, Editor, 2011): se trata de un librito con la primera versión de la historia de Alicia, la que escribió la misma noche tras el paseo en barca, y a partir de la cual elaboró después Alicia en el País de las Maravillas. Además, incluye ilustraciones del propio Carroll que a Rafael le han gustado casi más que las de Tenniel.

Aparte, he encontrado la antología de relatos clásicos de terror Malos sueños, segunda gran recopilación celebratoria de la Editorial Valdemar en su colección "El club Diógenes" (Madrid: 2004) tras Felices Pesadillas. Tenía la primera y creo que ambas se ven ya poco en librerías, aunque no sé si están descatalogadas. Juntas conforman la que quizá sea la mejor colección de cuentos de miedo desde el siglo XIX a nuestros días publicada en España.

Por último, me he dado el capricho, por amor a primera vista, de comprar Renacida, la primera parte del diario de Susan Sontag, editado por su hijo, David Rieff (Barcelona: Mondadori, 2011). Es un diario verdaderamente íntimo, nada literario aun cuando la mayor parte trate sobre literatura: es fragmentario y a base de notas, e incluso abreviaturas. Admito el impudor de leer algo así (que por otra parte ya es público), pero también resulta fascinante -y enternecedor, pues Sontag era aún muy joven- atisbar sus listas de libros por leer o de sus propósitos intelectuales o de sus ideas para relatos. Su ambición incipiente. Un ejemplo impresionante por lo personal: "13/01/51: Me caso con Philip con plena conciencia + temor a mi voluntad de autodestrucción." (p. 67).

Feliz día del libro.

lunes, 18 de abril de 2011

Semana cultural antes de la Santa (y III)

El jueves 14, presentación del primer tomo de la Poesía completa de Javier Egea (Bartleby Editores) en la librería Nueva Gala. El (casi) todo Granada de del mundillo literario presente; los ausencias, igual de significativas. Morbo, expectación. La cosa no defraudó. El testaferro de la viuda, participante en la edición, enumeró, con voluntad de aclarar malentendidos y tergiversaciones, la sucesión de hechos en torno a los litigios por el legado del poeta tras su muerte y el intento de soslayar la publicación de su obra y poner bajo sospecha las actuaciones de la viuda. Desconozco la veracidad de sus afirmaciones, pero lo que decía sonaba contundente, y aludió varias veces a diversos juicios ganados. Hacía tiempo que en la presentación de un libro no se aludía de un modo tan crudo y claro a las relaciones entre lo escrito y lo real, en lugar de las habituales vaguedades y generalidades que no comprometen a nada. Después, sin poder quedarnos hasta el final (había varias botellas de tinto sobre una mesa con mantel, y otras de blanco enfriándose), Antonio Carvajal, Pepe Cabrera y yo nos subimos al Carmen de Rodríguez Acosta, a la inauguración de la exposición de retratos del fotógrafo Francisco Fernández. Decir que había lo de siempre, en este caso no es un demérito: pulcritud, composición, oficio y penetración psicológica en unos retratos impecables. Lo bueno de la exposición era que podías cotejar los retratos con los retratados, porque casi todos estaban allí.

El viernes 15, concierto de la OCG. Un programa breve (menos de una hora), pero exigente, compuesto por piezas para cuerda, densas y sombrías. El adagio y fuga de Mozart K 546 es una extraña meditación de su autor sobre Bach que hace que haya que rendirse a los tópicos sobre lo inabarcable de su genio. La obra casaba muy bien con la siguiente, las Tres piezas líricas de Berg, por lo que tiene de cotejo entre las dos escuelas de Viena y por subrayar sus evidentes lazos de continuidad. Por último, la Segunda sinfonía de Honegger , tan angustiosa y opresiva, liberada por fin en un final brillante con trompeta ad libitum añadida. La orquesta estuvo sensacional, matizada y finísima bajo la dirección de Arturo Tamayo.

domingo, 17 de abril de 2011

Semana cultural antes de la Santa (II)

El lunes 11, lectura del poeta Bruno Doucey en la Biblioteca de Andalucía. La cosa versaba sobre Lorca. En una primera parte, el poeta -un madurito interesante- leyó unas notas sobre La casa de Bernarda Alba (en francés, con alumnos de traductores haciendo de intérpretes), y luego leyó su largo poema Chant Funèbre pour Federico García Lorca, también en francés, esta vez sin ninguna traducción, pero acompañado por dos guitarristas. El autor leyó muy bien su obra, con timbrada emoción, y las guitarras, flamencas y un punto posmodernas, ayudaban a crear ambiente. Pero lo cierto es que se incidió en los tópicos lorquianos más obvios, además con un marcado carácter orientalista, esto es, la sempiterna fascinación del francés culto por la (supuesta) pasión andaluza, racial, de un Lorca junto a su (más supuesto aún) compromiso con las minorías, raciales y sexuales. La sala, una de las pequeñitas de la biblioteca, estaba abarrotada.

El martes 12, Metrópolis (Fritz Lang, 1927) en el Cine Club universitario. La última versión restaurada y remontada tras haber encontrado en una filmoteca de Buenos Aires fragmentos inéditos -cuyos intertítulos hubo que traducir del español al alemán original. Ciento cuarenta minutos. Espectacular. Del año 27, y luego a la gente Avatar le parece original y moderna. Escenas memorables, como cuando la gran máquina se convierte en Moloch devorador de hombres en la imaginación del protagonista; El estupendo McGuffin de la máquina como un reloj cuyas agujas hay que ajustar continuamente a las luces que se encienden (variante del castigo de Sísifo); el primer plano de la espalda del empresario dictador, que se encoge de hombros ante la suerte de sus semejantes; el sermón filmado sobre la Torre de Babel... La idea, tan perversa, de crear una Eva -referencia a La Eva futura- con la que pervertir la labor redentora de María (qué interpretación, la actriz, qué mutación de ángel a demonio)... El final, tan complaciente y ñoño, de reconciliación entre clases, no puede borrar la inquietud deshumanizada de toda la película, y la desadosegante volubilidad irracional de las masas. Y el célebre robot, cuyos primeros planos consiguieron darme miedo... En fin, que a pesar de la redundancia cansina de algunos momentos, que se hacían pesados (que probablemente necesitaban los espectadores de la época, menos hábiles en el lenguaje visual), fue una experiencia extraordinaria. El medidadior entre el cerebro y las manos ha de ser el corazón.

El miércoles 13, compra de las entradas para la 60 Edición del Festival de Música y Danza, y, por la tarde-noche, fallo del premio de Poesía Villa de Peligros. Las entradas, por una vez, resultó fácil y relativamente rápido comprarlas. Lo hice para la Tercera de Mahler, dirigida por Metha; la Segunda de Mahler y La Creación de Haydn por la Orquesta del Festival de Schleswig-Holstein -en la primera obra, acompañados por el Coro de la OCG; para la ópera Aynadamar (Lorca visto por extranjeros, una vez más, veremos en qué queda); y para el último de Barenboim, que tocará un concierto de Mozart y la Tercera de Bruckner, aunque no sé si finalmente podré ir.

sábado, 16 de abril de 2011

Semana cultural antes de la Santa (I)

La semana pasada la tuve tan repleta de actividades culturales que merece un resumen.

El viernes 8, concierto de Barbara Hendricks en el Auditorio Manuel de Falla. Una de las grandes sopranos de todos los tiempos, pero ya con una edad. Una gira crepuscular por lugares que no se la podían permitir en la plenitud de su carrera, imagino. Con todo, el concierto no fue ni mucho menos un bolo: dio un recital de dos horas que incluyó lieder de Schubert, Mahler, Barber y las Siete canciones populares de Falla. El resultado fue técnicamente impecable pero el instrumento, la voz, estaba al límite de sus posibilidades: pesante, metálica con tendencia a irse al registro grave. Mereció la pena. Dio tres propinas: Delibes, el Ave Maria de Schubert (una de sus grandes creaciones; precioso el pianissimi que hizo en la última repetición), y un espiritual negro. El espiritual fue sobrecogedor y perfectamente apropiado para las condiciones actuales de su voz. Si hubiera venido con un recital de espirituales hubiera sido un concierto para la historia de la ciudad; con todo, lo es, en cierta medida.

El sábado 9 fuimos a Andújar a la comunión del sobrino de Rafael, que la hacía solo, el pobre, porque en mayo, en Jaén, un alérgico al olivo solamente puede huir de la provincia. No es un acontecimiento cultural público, aunque las anécdotas darían para un post mucho más interesante que el presente. Cantaron el propio Rafael y un grupo de amigos; uno de ellos, Conchi, acompañó con una viola. El cura sacó esa agresividad territorial que aflora en algunos sacerdotes cuando se acerca alguien de fuera a su parroquia, en lugar de agradecer el posible enriquecimiento, y trató de boicotear el acto: primero dijo que para qué cantar en latín habiendo tantas canciones bonitas en español -para que cantar a Mozart estando Gabaráin, vaya-; esto lo dijo bajo un enorme zócalo del altar mayor con un lema en latin. Luego suprimió alguna de las obras que traían preparadas porque él ya tenía canciones previstas. Previstas para cantarlas él solo, a voz en cuello, como si estuviera oficiando una Misa Negra, esto es, una parodia de la Santa Misa. La combinación fue, cuando menos, peculiar.

La misma tarde del sábado, directamente desde el banquete de la comunión, sin pasar por casa, volvimos al Auditorio a escuchar al Cuarteto Ensemble Vega y a Antonio Carvajal, que interpretaban Las siete palabras de Cristo en la cruz de Haydn. Carvajal leyó sus poemas sobre las Siete palabras precediendo a cada uno de los movimientos que Haydn compuso ilustrarlas musicalmente (más la Introducción y el Terremoto finale). Maravilloso: Antonio recitó espléndidamente, sobrio, contenido, claro, despacioso, grave y solo. La versión de la obra para cuarteto (Haydn realizó hasta tres: para orquesta y coro, para orquesta sola y para cuarteto de cuerda), resulta la más apropiada para nuestra sensibilidad contemporánea, por la reducción que implica de todo el discurso musical a sus líneas maestras y su mínima expresión, lo que hace además, que aflore de modo más claro la lógica de la obra y su relación con el texto. El cuarteto estuvo soberbio, preciso y matizado.

El domingo 10, como colofón a un día dedicado a reponernos de la intensidad del anterior, fuimos a ver El discurso del Rey (Tom Hooper, 2010). Bonita, emotiva, simpática, decorosa; quizá no mucho más. Perfecta en cualquier caso para una tarde tranquila de domingo que culminar con un helado en Los italianos.

sábado, 2 de abril de 2011

Crítica teatral de Se ha escribido un crimen

Para los lectores del blog que no me sigan ni en Facebook ni en Twitter, dejo aquí el enlace a mi última crítica de teatro para Granada Digital sobre la obra Se ha escribido un crimen.

Fotografía: Rafa Simón


Negro Cañí

domingo, 20 de marzo de 2011

Crítica teatral de Humor Platónico

Aprovecho para una actualización del blog y que éste no languidezca del todo, la última crítica teatral que he escrito para Granada Digital sobre el espectáculo Humor platónico. Cuando tenga menos trabajo (ando, sobre todo, preparando clases), podré publicar aquí con más frecuencia.

Foto de la obra por Rafa Simón


El teatro Alhambra, en fiestas

Enlazo la crítica al margen del periódico porque Granada Digital hace lo que quiere con mi texto por lo que respecta a la puntuación y disposición del texto, y porque los enlaces expiran al tiempo. Dicho enlace, mientras dure, es éste.

sábado, 12 de febrero de 2011

Coco Chanel. Monólogo para una inauguración

Hace ya unos meses, mi amiga Carmen Huete me dijo que iba a interpretar a Coco Chanel en la inauguración de una tienda de moda (Dalbat). La cuestión era que no tenía texto y quería que se lo escribiera yo. Como ya se sabe que la ignorancia es atrevida, lo hice. Teníamos muy poco tiempo, apenas diez días. Rafael me sugirió el comienzo. Se representó, finalmente, en la inauguración de la tienda, en una fiesta muy chic con brochetas de fresas y champán y gustó (la gente es muy agradecida, en general). Carmen estuvo estupenda,chispeante: es una actriz fantástica. Aquí cuelgo el texto, por si alguien quiere leerlo, y un par de fotos del día.

Coco Chanel

Coco/Carmen en plena actuación

Mi minuto de gloria autorial

miércoles, 9 de febrero de 2011

La casa de Bernarda Alba

Nueva crítica de teatro para Granada Digital. Esta vez de La casa de Bernarda Alba en la versión realizada por TNT-El Vacie con gitanas analfabetas del barrio de las tres mil viviendas y que ha tenido, por razones obvias, cierta repercusión en los medios. Pensé en titular la crítica El coño de la Bernarda, pero este tipo de cosas, ay, ya no puede hacerse.

Al final de la función, entre los aplausos y la mirada paternalista de la única actriz profesional que actúa en la obra (y que la organiza y dirige), la actriz que hacía de Bernarda se dirigió al público: Queremus dedicá la obra a ese muchachu, García Lorca, qui disen que estaba mucho con gitanus. Literal, más o menos. El mito crece.

¡Calla, paya!

domingo, 30 de enero de 2011

La función por hacer

Retomo el blog después de un parón largo, de esos cíclicos que sufre cuando a su autor lo desbordan el trabajo, las circunstancias o la apatía. Comencemos por poco, con humildad: dejo aquí enlace a la última crítica teatral escrita para Granada Digital sobre la obra La función por hacer. Incluyo la fotografía realizada por Rafa, porque esta nueva entrada tras tanto tiempo sea más vistosa, y porque creo que es de las mejores que ha hecho, y el periódico, por negligencia técnica, no le ha sacado todo el partido que se merecía.


El teatro a escena

Ya tuvimos ocasión de ver esta misma obra hace un tiempo en Madrid. Se hacía en el hall del teatro Lara, a medianoche, cuando había terminado la función "oficial" que se representaba en el teatro propiamente dicho. Con un aforo mínimo, unas cuantas sillas desiguales distribuidas en corro alrededor de un vacío central que hacía las veces de escenario, se representaba todas las noches, supongo que para que resultara rentable. El caso es que funcionó el boca a oreja, y la obra se convirtió en una de las revelaciones de la temporada pasada en Madrid. También, por lo que nos dijeron, en una suerte de obra para actores. El día en que nosotros fuimos nos encontramos con que entre el público, compartiendo el mismo exiguo espacio que nosotros, estaban, entre otros, Aitana Sánchez Gijón, Maribel Verdú, Miguel Rellán, o Rosa María Mateo, lo que tuvo su gracia añadida a la función. Lo cierto es que en aquel espacio mínimo y compartido, con los actores moviéndose entre el público, la obra funcionaba mejor que en el escenario del Alhambra, aun cuando trataron de reproducir en éste unas condiciones análogas.