sábado, 23 de abril de 2011

Sábado de Gloria

Esta mañana, Rafael y yo hemos aprovechado la rara combinación de Sábado Santo y Día del libro para dar un paseo por el centro -acuoso y limpio- y dar una vuelta por algunas librerías. Como si hubiera algo distinto en ellas hoy; pero el placer de algunas fiestas consiste en santificarlas.
 
Rafael me ha reglado El exilio interior de Inmaculada de la Fuente (Madrid: Turner, 2011), una biografía de María Moliner. ¿Quién es esa mujer casi secreta que, sin ayuda, en soledad, elabora todo un diccionario? Yo le he regaldo a el las Aventuras subterráneas de Alicia, de Lewis Carroll (Palma: J. Juan de Olañeta, Editor, 2011): se trata de un librito con la primera versión de la historia de Alicia, la que escribió la misma noche tras el paseo en barca, y a partir de la cual elaboró después Alicia en el País de las Maravillas. Además, incluye ilustraciones del propio Carroll que a Rafael le han gustado casi más que las de Tenniel.

Aparte, he encontrado la antología de relatos clásicos de terror Malos sueños, segunda gran recopilación celebratoria de la Editorial Valdemar en su colección "El club Diógenes" (Madrid: 2004) tras Felices Pesadillas. Tenía la primera y creo que ambas se ven ya poco en librerías, aunque no sé si están descatalogadas. Juntas conforman la que quizá sea la mejor colección de cuentos de miedo desde el siglo XIX a nuestros días publicada en España.

Por último, me he dado el capricho, por amor a primera vista, de comprar Renacida, la primera parte del diario de Susan Sontag, editado por su hijo, David Rieff (Barcelona: Mondadori, 2011). Es un diario verdaderamente íntimo, nada literario aun cuando la mayor parte trate sobre literatura: es fragmentario y a base de notas, e incluso abreviaturas. Admito el impudor de leer algo así (que por otra parte ya es público), pero también resulta fascinante -y enternecedor, pues Sontag era aún muy joven- atisbar sus listas de libros por leer o de sus propósitos intelectuales o de sus ideas para relatos. Su ambición incipiente. Un ejemplo impresionante por lo personal: "13/01/51: Me caso con Philip con plena conciencia + temor a mi voluntad de autodestrucción." (p. 67).

Feliz día del libro.

lunes, 18 de abril de 2011

Semana cultural antes de la Santa (y III)

El jueves 14, presentación del primer tomo de la Poesía completa de Javier Egea (Bartleby Editores) en la librería Nueva Gala. El (casi) todo Granada de del mundillo literario presente; los ausencias, igual de significativas. Morbo, expectación. La cosa no defraudó. El testaferro de la viuda, participante en la edición, enumeró, con voluntad de aclarar malentendidos y tergiversaciones, la sucesión de hechos en torno a los litigios por el legado del poeta tras su muerte y el intento de soslayar la publicación de su obra y poner bajo sospecha las actuaciones de la viuda. Desconozco la veracidad de sus afirmaciones, pero lo que decía sonaba contundente, y aludió varias veces a diversos juicios ganados. Hacía tiempo que en la presentación de un libro no se aludía de un modo tan crudo y claro a las relaciones entre lo escrito y lo real, en lugar de las habituales vaguedades y generalidades que no comprometen a nada. Después, sin poder quedarnos hasta el final (había varias botellas de tinto sobre una mesa con mantel, y otras de blanco enfriándose), Antonio Carvajal, Pepe Cabrera y yo nos subimos al Carmen de Rodríguez Acosta, a la inauguración de la exposición de retratos del fotógrafo Francisco Fernández. Decir que había lo de siempre, en este caso no es un demérito: pulcritud, composición, oficio y penetración psicológica en unos retratos impecables. Lo bueno de la exposición era que podías cotejar los retratos con los retratados, porque casi todos estaban allí.

El viernes 15, concierto de la OCG. Un programa breve (menos de una hora), pero exigente, compuesto por piezas para cuerda, densas y sombrías. El adagio y fuga de Mozart K 546 es una extraña meditación de su autor sobre Bach que hace que haya que rendirse a los tópicos sobre lo inabarcable de su genio. La obra casaba muy bien con la siguiente, las Tres piezas líricas de Berg, por lo que tiene de cotejo entre las dos escuelas de Viena y por subrayar sus evidentes lazos de continuidad. Por último, la Segunda sinfonía de Honegger , tan angustiosa y opresiva, liberada por fin en un final brillante con trompeta ad libitum añadida. La orquesta estuvo sensacional, matizada y finísima bajo la dirección de Arturo Tamayo.

domingo, 17 de abril de 2011

Semana cultural antes de la Santa (II)

El lunes 11, lectura del poeta Bruno Doucey en la Biblioteca de Andalucía. La cosa versaba sobre Lorca. En una primera parte, el poeta -un madurito interesante- leyó unas notas sobre La casa de Bernarda Alba (en francés, con alumnos de traductores haciendo de intérpretes), y luego leyó su largo poema Chant Funèbre pour Federico García Lorca, también en francés, esta vez sin ninguna traducción, pero acompañado por dos guitarristas. El autor leyó muy bien su obra, con timbrada emoción, y las guitarras, flamencas y un punto posmodernas, ayudaban a crear ambiente. Pero lo cierto es que se incidió en los tópicos lorquianos más obvios, además con un marcado carácter orientalista, esto es, la sempiterna fascinación del francés culto por la (supuesta) pasión andaluza, racial, de un Lorca junto a su (más supuesto aún) compromiso con las minorías, raciales y sexuales. La sala, una de las pequeñitas de la biblioteca, estaba abarrotada.

El martes 12, Metrópolis (Fritz Lang, 1927) en el Cine Club universitario. La última versión restaurada y remontada tras haber encontrado en una filmoteca de Buenos Aires fragmentos inéditos -cuyos intertítulos hubo que traducir del español al alemán original. Ciento cuarenta minutos. Espectacular. Del año 27, y luego a la gente Avatar le parece original y moderna. Escenas memorables, como cuando la gran máquina se convierte en Moloch devorador de hombres en la imaginación del protagonista; El estupendo McGuffin de la máquina como un reloj cuyas agujas hay que ajustar continuamente a las luces que se encienden (variante del castigo de Sísifo); el primer plano de la espalda del empresario dictador, que se encoge de hombros ante la suerte de sus semejantes; el sermón filmado sobre la Torre de Babel... La idea, tan perversa, de crear una Eva -referencia a La Eva futura- con la que pervertir la labor redentora de María (qué interpretación, la actriz, qué mutación de ángel a demonio)... El final, tan complaciente y ñoño, de reconciliación entre clases, no puede borrar la inquietud deshumanizada de toda la película, y la desadosegante volubilidad irracional de las masas. Y el célebre robot, cuyos primeros planos consiguieron darme miedo... En fin, que a pesar de la redundancia cansina de algunos momentos, que se hacían pesados (que probablemente necesitaban los espectadores de la época, menos hábiles en el lenguaje visual), fue una experiencia extraordinaria. El medidadior entre el cerebro y las manos ha de ser el corazón.

El miércoles 13, compra de las entradas para la 60 Edición del Festival de Música y Danza, y, por la tarde-noche, fallo del premio de Poesía Villa de Peligros. Las entradas, por una vez, resultó fácil y relativamente rápido comprarlas. Lo hice para la Tercera de Mahler, dirigida por Metha; la Segunda de Mahler y La Creación de Haydn por la Orquesta del Festival de Schleswig-Holstein -en la primera obra, acompañados por el Coro de la OCG; para la ópera Aynadamar (Lorca visto por extranjeros, una vez más, veremos en qué queda); y para el último de Barenboim, que tocará un concierto de Mozart y la Tercera de Bruckner, aunque no sé si finalmente podré ir.

sábado, 16 de abril de 2011

Semana cultural antes de la Santa (I)

La semana pasada la tuve tan repleta de actividades culturales que merece un resumen.

El viernes 8, concierto de Barbara Hendricks en el Auditorio Manuel de Falla. Una de las grandes sopranos de todos los tiempos, pero ya con una edad. Una gira crepuscular por lugares que no se la podían permitir en la plenitud de su carrera, imagino. Con todo, el concierto no fue ni mucho menos un bolo: dio un recital de dos horas que incluyó lieder de Schubert, Mahler, Barber y las Siete canciones populares de Falla. El resultado fue técnicamente impecable pero el instrumento, la voz, estaba al límite de sus posibilidades: pesante, metálica con tendencia a irse al registro grave. Mereció la pena. Dio tres propinas: Delibes, el Ave Maria de Schubert (una de sus grandes creaciones; precioso el pianissimi que hizo en la última repetición), y un espiritual negro. El espiritual fue sobrecogedor y perfectamente apropiado para las condiciones actuales de su voz. Si hubiera venido con un recital de espirituales hubiera sido un concierto para la historia de la ciudad; con todo, lo es, en cierta medida.

El sábado 9 fuimos a Andújar a la comunión del sobrino de Rafael, que la hacía solo, el pobre, porque en mayo, en Jaén, un alérgico al olivo solamente puede huir de la provincia. No es un acontecimiento cultural público, aunque las anécdotas darían para un post mucho más interesante que el presente. Cantaron el propio Rafael y un grupo de amigos; uno de ellos, Conchi, acompañó con una viola. El cura sacó esa agresividad territorial que aflora en algunos sacerdotes cuando se acerca alguien de fuera a su parroquia, en lugar de agradecer el posible enriquecimiento, y trató de boicotear el acto: primero dijo que para qué cantar en latín habiendo tantas canciones bonitas en español -para que cantar a Mozart estando Gabaráin, vaya-; esto lo dijo bajo un enorme zócalo del altar mayor con un lema en latin. Luego suprimió alguna de las obras que traían preparadas porque él ya tenía canciones previstas. Previstas para cantarlas él solo, a voz en cuello, como si estuviera oficiando una Misa Negra, esto es, una parodia de la Santa Misa. La combinación fue, cuando menos, peculiar.

La misma tarde del sábado, directamente desde el banquete de la comunión, sin pasar por casa, volvimos al Auditorio a escuchar al Cuarteto Ensemble Vega y a Antonio Carvajal, que interpretaban Las siete palabras de Cristo en la cruz de Haydn. Carvajal leyó sus poemas sobre las Siete palabras precediendo a cada uno de los movimientos que Haydn compuso ilustrarlas musicalmente (más la Introducción y el Terremoto finale). Maravilloso: Antonio recitó espléndidamente, sobrio, contenido, claro, despacioso, grave y solo. La versión de la obra para cuarteto (Haydn realizó hasta tres: para orquesta y coro, para orquesta sola y para cuarteto de cuerda), resulta la más apropiada para nuestra sensibilidad contemporánea, por la reducción que implica de todo el discurso musical a sus líneas maestras y su mínima expresión, lo que hace además, que aflore de modo más claro la lógica de la obra y su relación con el texto. El cuarteto estuvo soberbio, preciso y matizado.

El domingo 10, como colofón a un día dedicado a reponernos de la intensidad del anterior, fuimos a ver El discurso del Rey (Tom Hooper, 2010). Bonita, emotiva, simpática, decorosa; quizá no mucho más. Perfecta en cualquier caso para una tarde tranquila de domingo que culminar con un helado en Los italianos.

sábado, 2 de abril de 2011

Crítica teatral de Se ha escribido un crimen

Para los lectores del blog que no me sigan ni en Facebook ni en Twitter, dejo aquí el enlace a mi última crítica de teatro para Granada Digital sobre la obra Se ha escribido un crimen.

Fotografía: Rafa Simón


Negro Cañí