lunes, 18 de mayo de 2009

Balance del Hay Festival

El Hay Festival confirmó sus peores expectativas: creo que el año que viene no vuelven a cogerme. Ocurrió, por ejemplo, que Ridao no llegó a tiempo y la organización decidió anteponer la mesa redonda que iba después de la conferencia -la que no me interesaba. Esto se podría hasta entender, a pesar de los perjuicios evidentes (hubo gente que se tenía que marchar). Pero lo peor es que apenas dieron explicaciones (de pasada, al final del todo), y nunca pidieron disculpas: se limitaron a presentar el cambio (lo hizo Diego Carcedo) como si éste fuera el programa original y no hubiera habido ninguna modificación. Y, por supuesto, ni se planteo la posibilidad de la devolución de entradas por alteración significativa del horario. Al final, en efecto, la mesa redonda fue, como preveía, especialmente floja: Miguel Ángel Aguilar, muy ingenioso pero superficial; otro, un tal Peral, contó alguna anécdota interesante sin pasar a mayores; el peor fue otro tal Basterra, que estuvo horrendo: no dijo nada que no hubiera podido improvisar yo mismo al respecto sobre la marcha: que si la hegemonía de EE.UU. tras la caída del muro; que si "El nuevo orden mundial"; que si cómo acaba este ciclo con el 11-S, la sensanción de inseguridad de EE. UU. a partir de este momento. Que si el nefasto gobierno de Bush Jr. y los neocon; que si Obama es la esperanza por su mestizaje... Qué poca vergüenza. Al cateto de Graná no me quedé a escucharlo, me salí. Para qué. Cuando volví capté una frase al vuelo criticando al PP y me alegré de haberlo hecho: a ver cuál es la relación con el Muro. Luego por fin llegó Ridao. Sólo habló unos veinte o veinticinco minutos, porque eso sí, el tiempo sí era riguroso para finalizar (comenzar, lo hizo con retraso). Yo había pagado por una conferencia de tres cuartos de hora. No obstante, las cosas como son: estuvo bastante bien, manifiestamente superior que el resto de la mesa. Habló sin papeles (al principio me temí un bolo de la peor especie), y, a pesar de todo, el discurso tenía una estructura (puntos incluidos) y una cohesión asombrosas. Conciso y bastante interesante, probablemente dijo en ese tiempo todo lo que quería.

El coloquio entre Aguilar y Espada también fue ligero, pero alguna cosa interesante se dijo, y al menos resultaron puntuales y rigurosos en el empleo del tiempo. Savater fue divertido (hasta las carcajadas) y ocurrente como siempre, pero realmente en la conferencia no dijo apenas nada: no salió de la idea de que el progreso antes era percibido como algo positivo y providencial y ahora resultaba inquietante. No abundó, como imaginaba, en las consecuencias políticas de esta percepción con el auge de los fundamentalismos. Él, que podría encarnar el espíritu ideal de estos encuentros: divertir deleitando, también se dejó llevar por la tentación del bolo.

Lo que más me frustra del Hay Festival es la sensación de oportunidad perdida. Que tanta gente realmente preparada se junte para apenas decir cuatro lugares comunes. Al final todo queda en un negocio que explota el fetichismo y el deseo que tenemos algunos de estar cerca de nuestras estrellas intelectuales, como otros sueñan estarlo junto a las de cine o las de la canción. Pero, de veras, no creo que vuelva a picar.

NOTA BENE: Se me viene encima un pico de trabajo, cuyos efectos ya comienzo a sentir, por lo que preveo que las entradas del blog se espaciarán.

2 comentarios:

Juan Luis Tapia dijo...

La cultura y los debates serios e independientes no encajan en el formato del Hay Festival, una organización cuyas cuentas no las sabe nadie y completamente británica en su sentido más colonial.

FJ dijo...

Lo que más me gustó del debate sobre la caída del muro fue la intervención de Ridao, llena de "melancolía socialdemócrata", como dice Arcadi Espada. El momento cumbre fue cuando dijo que "el muro de Berlín cayó por la presión de las socialdemocracias europeas" y no por la política de la Thatcher ni de Reagan, que pasaban por allí.
Esto lo escuchan en Praga, en Budapest o en Sofía y se "jartan" de reír, vamos llegan las carcajadas hasta Vladivostok, y mira que está lejos.
Saludos y enhorabuena por el blog.
Paco