sábado, 15 de mayo de 2010

Madrid y los libros

La tarde del jueves en Madrid me enteré que en el paseo de Recoletos estaba la Feria del libro antiguo: qué mal rato. Cuando lo supe estaba en Atocha (en la cuesta de Moyano para más señas), así que para llegar tuve que dirigirme hacia la rotonda de Neptuno, de manera que parecía un hincha más del Atlético, de los que se encaminaban hacia allí en progresión creciente como un tumulto, con bufandas, cánticos y camisetas. Al final, a la altura de Cibeles, me topé con el mismísimo autobús descubierto de los jugadores con la copa. Me pasó como con las procesiones: uno no las busca y se las encuentra, a veces en circunstancias privilegiadas; seguro que otra gente se dejó los cuernos infructuosamente por ver lo que yo vi.

La Feria del libro antigio de Madrid es como tres veces la de Granada. De hecho, no pude ver todos los puestos. Aunque también es cierto que muchos se reiteraban en el mismo escaparate de libros saldados que pueden adquirirse aquí (por ejemplo en el puesto de Kinépolis). Por cierto, estaba la librería Urbano de Granada.

Me contuve: no era cuestión de acarrear con mucho peso. No obstante, compré:

Michael Millgate (1966): William Faulkner. Barcelona, Barral, 1972
Se trata de un estudio de la obra de Faulkner novela a novela. Pertenece a la maravillosa y desaparecida colección "Biblioteca breve de balance", de la que ya encontré otros títulos señeros como El espejo y la lámpara, de M.H. Abrams, o Poesía e investigación de Hermann Broch.

Oscar Wilde: Salomé. Barcelona: Aymá, 1979. Traducción de Pére Gimferrer y prólogo de Terenci Moix.
Esta es una colección de teatro estupenda que sólo he visto en los puestos de viejo de Madrid. Ya me llevé en su día Equus de Peter Schaffer;, de hecho, es la única versión española que he encontrado.

Julio Camba: Haciendo de República. Madrid: Plus Ultra, 1968
Uno no es seguidor de Espada impunemente. Se trata de una colección de artículos escritos en pleno advenimiento de la II República. Como testimonio de primera mano y reflexión crítica -y humorística- de aquel momento, aparte de lúcido, resulta muy útil para la recuperación de una memoria histórica real y no maniquea o interesadamente idílica. Leí algunos artículos aquella misma noche, cenando en un Sushi bar de Chueca (donde el ejemplar y yo pegábamos como dos pistolas a un Cristo), y constaté con pena que, en política, en España hemos avanzado muy poco; y espero que no perdamos la mínima reserva de sentido común necesaria para no hacer una tontería.

Gabriele Bartz y Eberhanrd König: Museo del Louvre. (S.L.), Könemann, 2005
Esta es una colección de guías llamada "Arte y arquitectura" que me gusta mucho. En tapa con sobrecubierta, pero pequñitas y manejeras. Me fueron muy útiles en Italia. Ya he ido coleccionando Venecia, Florencia, Toscana, Roma, Andalucía, París, y ahora ésta. Reconozco que la compré con un punto de tacañería, porque estaba tres euros más barata que en Granada.

Norman Mackenzie (ed.) (1967): Sociedades secretas. Madrid, Alianza, 1973
La verdad es que este me lo llevé sobre todo por la cubierta de Daniel Gil (un ojo dentro de una lata de conservas). Pero lo cierto es que hace un repaso muy interesante a las principales sociedades secretas, desde la época primitiva a la mafia, pasando por los Asesinos, los Templarios o los Masones. Lo mejor es que parece riguroso, algo muy difícil en estas cuestiones; y, sobre todo, es anterior a la avalancha bibliográfica propiciada por Dan Brown.

Para colmo, al día siguiente, tras la conferencia, Ángel Uriarte me regaló algunos ejemplares de la colección El libro de bolsillo de Alianza editorial (con cubierta de Daniel Gil, por supuesto): El castillo, de Kafka; La narración de Arthur Gordon Pym, de Poe; una Antología poética de Borges; y Un díalogo sobre el poder, de Michel Foucault. Lo cierto es que, salvo el de Foucault, los tenía todos (el de Poe en otra edición), pero me pareció descortés desairar el gesto de espontaneidad generosa de Ángel, una persona verdaderamente cordial y desprendida (y encima estos ejemplares estaban impolutos).

Total, que he vuelto de Madrid cargado de libros.

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