miércoles, 10 de junio de 2009

Ojos azules

Ojos azules es un cubito de caldo concentrado de Pérez-Reverte. Una pura decantación de Pérez-Reverte. Esto quiere decir que, a quien no le guste Pérez-Reverte, que ni se acerque al libro, y, a quien le guste mucho, que vaya de inmediato a hacerse con uno porque va a pasar un rato estupendo, si bien brevísimo: uno de los claros inconvenientes del libro es que es un descarado artículo de lujo a costa de la firma de éxito del autor: es un cuento de la extensión de los que regala la Rober, sólo que ilustrado y encuardernado en tapa con sobrecubierta al precio de 14 €. Las ilustraciones, por cierto, obra de Sergio Sandoval, tienen una técnica impresionante, pero las encuentro un punto cursis.

A la obrita la precede un magnífico prólogo de Pere Gimferrer, de gran perspicacia crítica (y que aporta cierto relleno de decoro). Tanto es así que voy a limitarme a copiar aquí un fragmento de éste que permite hacerse una idea cabal de lo que puede encontrarse en el relatito o miniatura, como no tiene más remedio que admitir Gimferrer:
Miniatura magistral de la escritura de Pérez-Reverte, Ojos azules me trae a la memoria cierta frase de Emerson que solía recordar Borges: comprendiendo un momento de la vida de un hombre podremos comprender toda su vida. Del mismo modo, quien lee Ojos azules no sólo percibe la vida entera del soldado que la protagoniza, sino el alcance y significación del extenso episodio épico en el que se inserta, y , en otro sentido, la dimensión de toda la numerosa, variada y rica trayectoria narrativa de Pérez-Reverte, cuyas virtudes compendia especularmente y espectacularmente en un admirable microcosmos (pp. XII-XIII).
Otra referencia interesante en el prólogo es al empleo deliberado de un registro actual y coloquial, huyendo de la tentación, absurda ya, de intentar remedar el habla de la época mediante arcaísmos etc. y que justifica muy bien la decisión de Reverte, extensible a sus otras crónicas históricas más o menos noveladas.

A mí es éste el Reverte que me gusta, y me gusta mucho: el que narra de manera suelta e informal aspectos de la historia; el de La sombra del águila, Territorio comanche, Cabo Trafalgar y la magna, excelente crónica Un día de cólera. Ello frente a sus novelas "grandes" o "serias", donde creo que resulta más forzado y encorsetado, no exento de tópicos y estereotipos sin ironía; donde trata de comunicar con subrayado excesivo una determinada idea a priori, casi siempre moral y donde sobran bastantes páginas... (Y, no obstante, su última novela, El pintor de batallas, constituye una excepción: se ha descolgado con una novela muy seria y precisa, sin retórica hueca, de calado más profundo pero que no renuncia a la trama. Si se trata de un punto de inflexión, como ya apunté Reverte está cogiendo hechuras de clásico.)

Por cierto, no terminaba de entender a qué el título de la obra: se comprende justo al final, aunque, la verdad, en el fondo tampoco hay que ser muy perspicaz para comprenderlo aun antes.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No lo he leído, pero lo he tenido en mis manos y he visto las ilustraciones. No sólo son cursis, sino relamidas y faltas de espíritu. Ya sé que son sólo ilustraciones, por eso mismo podrían haber sido más frescas. El dibujante se excede, es mi opinión, y parece intentar restarle importancia al texto. Por eso no me la compré. Espero una edición sin dibujitos y más barata.